Afortunados.

¿Por qué nos quejamos? Le damos demasiada importancia a cosas y situaciones que no la tienen. Nos quejamos de defectos tontos; y cuando no tenemos, intentamos buscarlos.  No nos damos cuenta de lo afortunados que somos.

Podemos ver. Podemos ver la luna llena en una preciosa noche de verano. Podemos ver las sonrisas de las personas más importantes en nuestras vidas. Podemos ver puestas de sol y amaneceres. Podemos ver todos los colores del arco iris. Podemos ver y leer. Podemos ver todo aquello que queramos.

Podemos escuchar. Podemos oír la risa de nuestros amigos. Podemos escuchar el ruido de las olas en la orilla del mar; y también escuchar las gaviotas. Podemos escuchar mil veces aquellas canciones que tanto nos gustan. Podemos saber cómo suena la voz de nuestra madre. Podemos escuchar el ruido de la lluvia. Podemos escuchar todo aquello que queramos.

Podemos correr si tenemos miedo, o simplemente porque queramos. Podemos saltar de alegría. Podemos escalar, aplaudir, bailar y cantar. Podemos arrastrarnos por el suelo. Podemos gritar hasta quedarnos afónicos. Podemos nadar y viajar. Podemos movernos cuando y como queramos. Podemos oler las rosas. Podemos sentir el abrazo de un amigo. Podemos sentir las cosquillas y reírnos hasta que no podamos más.

Parece increíble; pero todo esto que a nosotros nos parece tan sencillo; hay personas en el mundo que no pueden hacerlo. Lo que nosotros hacemos a menudo, lo que es cotidiano; hay gente en el mundo, que por mucho que quiera no puede. Y solo por eso, deberíamos de sentirnos las personas más felices, afortunadas y perfectas del mundo.